La miopía, también conocida como visión corta, es un error de refracción frecuente en el que los objetos lejanos aparecen borrosos, mientras que los cercanos permanecen nítidos. Este trastorno se produce cuando la forma del ojo hace que la luz se enfoque delante de la retina, el tejido sensible a la luz situado en la parte posterior del ojo, en lugar de directamente sobre ella. Como consecuencia, los miopes suelen tener dificultades para ver con claridad las cosas a distancia, como las señales de tráfico o las pizarras de clase, mientras que leer un libro o utilizar un smartphone puede no plantear ningún problema.
La miopía puede variar en gravedad y se clasifica en leve, moderada y alta en función de la corrección necesaria para recuperar una visión clara de lejos. Las personas con miopía grave (miopía alta) tienen mayor riesgo de desarrollar otras enfermedades oculares graves, por lo que es esencial realizar exámenes oculares periódicos para un diagnóstico y tratamiento precoces.
Para comprender mejor la miopía, es importante examinar la estructura del ojo:
En un ojo miope, el globo ocular es demasiado largo o la curvatura de la córnea es demasiado pronunciada. Estas variaciones estructurales hacen que los rayos de luz converjan delante de la retina y no precisamente sobre su superficie, lo que provoca una visión borrosa de lejos.
Los síntomas más frecuentes de la miopía son:
Para los miopes leves, los síntomas pueden pasar desapercibidos, pero las revisiones oculares periódicas pueden ayudar a identificar precozmente cualquier problema de visión. La miopía alta puede dar lugar a complicaciones más graves, lo que subraya la importancia de un seguimiento y un tratamiento constantes.
La genética desempeña un papel importante en el desarrollo de la miopía. Si uno o ambos progenitores son miopes, aumenta la probabilidad de que sus hijos desarrollen esta afección. Este vínculo hereditario sugiere que la forma del ojo y las características refractivas pueden transmitirse de generación en generación.
El estilo de vida y los factores ambientales también influyen en el desarrollo de la miopía. Los niños que dedican periodos prolongados a actividades de cerca, como leer, utilizar el ordenador o jugar con teléfonos inteligentes, pueden tener un mayor riesgo de padecer miopía. Por el contrario, las actividades al aire libre y la exposición a la luz natural se han relacionado con una menor incidencia de la miopía, aunque aún se están estudiando las razones exactas.
La miopía surge cuando el globo ocular está alargado de delante hacia atrás, o cuando la córnea (la parte frontal transparente del ojo) tiene una curvatura más pronunciada de lo normal. Estas diferencias estructurales hacen que la luz se enfoque delante de la retina, lo que provoca una visión borrosa de lejos. Las variaciones en la forma de la córnea o del cristalino también pueden contribuir a este trastorno.
Un oculista puede diagnosticar la miopía mediante un examen ocular completo. Esta evaluación suele consistir en comprobar la claridad de tu visión de lejos mediante una serie de lentes y otras pruebas. El proceso es sencillo, indoloro y fundamental para determinar las medidas correctoras adecuadas necesarias para conseguir una visión clara. El proceso suele incluir:
Pueden utilizarse herramientas diagnósticas avanzadas, como el análisis de frente de onda y la topografía corneal, para obtener una evaluación más detallada de los errores refractivos de tu ojo.
Existen varias opciones de tratamiento eficaces para controlar la miopía, desde soluciones no invasivas hasta intervenciones quirúrgicas. Cada opción pretende mejorar la forma en que la luz se enfoca en la retina, mejorando así la visión de lejos.
Para los adultos que buscan una solución a largo plazo para la miopía, la cirugía refractiva es una opción que merece la pena considerar. LASIK (queratomileusis in situ asistida por láser) y PRK (queratectomía fotorrefractiva) son dos de los procedimientos más habituales.
La cirugía LASIK remodela la córnea mediante un láser, permitiendo que la luz se enfoque correctamente en la retina. Este procedimiento es rápido, suele durar unos 15 minutos por ojo, y ofrece un tiempo de recuperación rápido. La mayoría de los pacientes experimentan mejoras significativas de la visión en 24 horas, y los resultados suelen ser duraderos.
El LASIK tiene varias ventajas sobre las opciones correctivas tradicionales:
Aunque el LASIK es una opción popular, es esencial consultar a un profesional de la visión para determinar si es adecuado en función de la salud ocular y la graduación de cada persona.
Las personas con miopía elevada pueden tener un mayor riesgo de complicaciones potenciales, como:
Estas afecciones son graves y pueden provocar la pérdida de visión si no se tratan a tiempo. Las revisiones oculares periódicas son cruciales para controlar cualquier cambio y abordar los problemas a medida que surgen. Además, pueden recomendarse tratamientos como lentes de contacto especiales u opciones quirúrgicas más avanzadas para controlar eficazmente la miopía alta.
Además de los tratamientos médicos, algunos cambios en el estilo de vida pueden ayudar a controlar la miopía:
La miopía afecta a millones de personas en todo el mundo, pero no tiene por qué limitar tu estilo de vida. Ya sea mediante gafas, lentes de contacto o cirugía refractiva como el LASIK, existen formas eficaces de mejorar la visión y reducir la dependencia de las lentes correctoras. Para quienes consideran soluciones a largo plazo, el LASIK ofrece una opción fiable y cómoda que puede mejorar significativamente la vida cotidiana. Consulta siempre con un profesional de la visión para explorar la mejor estrategia de tratamiento basada en tus necesidades visuales únicas.
