La ablación superficial avanzada (ASA) y la queratomileusis in situ asistida por láser (LASIK) son dos de los procedimientos de cirugía refractiva más realizados, diseñados para reducir o eliminar la necesidad de gafas o lentes de contacto. Ambos procedimientos utilizan tecnología láser para remodelar la córnea y cambiar su poder de enfoque, corrigiendo problemas de visión como la miopía, la hipermetropía y el astigmatismo. Sin embargo, las técnicas utilizadas en ASA y LASIK difieren.
LASIK: una opción popular para una rápida recuperación visual
Actualmente, LASIK es el procedimiento más realizado en Estados Unidos y en todo el mundo. Según el Consejo Americano de Cirugía Refractiva, se han realizado más de 40 millones de intervenciones LASIK en todo el mundo desde que se introdujo la técnica en la década de 1990. La popularidad del LASIK se debe a que es un procedimiento ambulatorio rápido con una recuperación visual relativamente rápida. La mayoría de los pacientes experimentan una mejora de la visión no corregida en las 24 horas siguientes al tratamiento LASIK. Otras ventajas son que proporciona resultados predecibles para muchos pacientes y afecta mínimamente a la integridad estructural del ojo.
El procedimiento LASIK comienza con la creación de un fino colgajo en la córnea mediante un láser de femtosegundo. Este colgajo se pliega hacia atrás para exponer el estroma corneal subyacente. A continuación, el cirujano remodela el estroma con un láser excimer frío para modificar la curvatura corneal y la potencia refractiva. Una vez conseguido el cambio deseado, el colgajo se vuelve a colocar en su sitio y se deja cicatrizar. El colgajo suele adherirse en unos minutos, pero tarda hasta seis meses en unirse completamente a la córnea subyacente. La ausencia de dolor asociada a la propia intervención LASIK también aumenta su atractivo para muchos pacientes.
Sin embargo, el LASIK conlleva riesgos, el más común de los cuales es la sequedad ocular, que puede persistir durante varias semanas o meses tras la intervención. La creación del colgajo corneal también debilita la córnea y la hace más propensa a los traumatismos. Si se extirpa demasiado tejido de la córnea, pueden producirse complicaciones raras pero graves que pongan en peligro la visión, como la ectasia corneal. Otros riesgos son el deslumbramiento temporal, los halos y la fluctuación de la visión, sobre todo en los primeros meses tras el LASIK. Los pacientes con grados muy altos de miopía, sequedad corneal extrema o córneas finas pueden no ser buenos candidatos para el LASIK.
ASA: Una opción sin colgajo para casos específicos
La ASA adopta un enfoque diferente al remodelar la capa superficial de la córnea sin crear un colgajo. La energía del láser excimer se aplica directamente sobre el epitelio corneal para vaporizar el tejido y alterar el contorno corneal. Esta técnica de ablación superficial evita las complicaciones asociadas al colgajo LASIK. Sin embargo, proporciona menos corrección de la miopía extrema en comparación con el LASIK. Los estudios demuestran que el ASA sólo trata con seguridad hasta 6 ó 7 dioptrías de miopía, frente al LASIK, que puede corregir 12 dioptrías cuando lo realiza un cirujano LASIK experimentado.
Al no crearse colgajo, la ASA provoca más dolor postoperatorio y una recuperación visual más lenta que el LASIK. La visión puede tardar una semana o más en estabilizarse por completo. Se elimina el riesgo de dislocación traumática del colgajo en el futuro, aunque también es un riesgo bajo tras el LASIK.
Por estas razones, el ASA puede ser preferible para pacientes con un grosor corneal límite, altos grados de miopía u ocupaciones con alto riesgo de traumatismo ocular, como los trabajadores de la construcción o los deportistas. También presenta menos riesgo de desarrollar ectasia corneal en estas poblaciones de mayor riesgo. Sin embargo, las tasas de mejora suelen ser mayores con la ASA, ya que la profundidad de ablación limitada dificulta la sobrecorrección. La mayoría de los cirujanos reservan el ASA para casos especializados en los que el LASIK no es óptimo.
Elegir entre LASIK y ASA: Una decisión personalizada
Cuando las realiza correctamente un cirujano refractivo experimentado, tanto la ASA como el LASIK son opciones probadas para corregir la miopía, la hipermetropía y el astigmatismo. Más del 95% de los pacientes alcanzan una visión de 20/40 o mejor con cualquiera de los dos procedimientos. La Academia Americana de Oftalmología informa de índices de satisfacción de los pacientes superiores al 90% tanto para ASA como para LASIK.
Para la mayoría de los candidatos, el LASIK proporciona una recuperación más rápida con menos dolor y mejores resultados visuales, especialmente para los grados de corrección más altos. Sin embargo, los pacientes con un grosor corneal límite o con ocupaciones de alto riesgo pueden beneficiarse más del perfil de seguridad del AAS.
La decisión de someterse a ASA o LASIK depende de las características oculares, el estilo de vida y los objetivos quirúrgicos de cada paciente. Un examen preoperatorio detallado y la medición de la topografía y el grosor de la córnea ayudan a determinar qué procedimiento es el óptimo. Se recomienda a los pacientes que comenten detenidamente con su cirujano refractivo los riesgos y beneficios comparativos de la ASA frente al LASIK.